http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120413/54283462928/ninos-que-llegan-a-la-elite.html
Niños que llegan a la élite
Algunos triunfan a los quince. Otros a los trece, pero ¡también hay campeones de diez años! Son sólo niños, pero también son deportistas que marcan época.¿Es sano dedicar la infancia al deporte?
Barcelona
El Manchester United saltó a la primera plana de todos los informativos cuando fichó a un niño de diez años llamado Rhain Davis para que se entrenara con el primer equipo. El argentinoLeo Messi llegó a la Masía procedente de Rosario con tan sólo trece años y Pol Espargaró fue campeón de España en 125cc, también con trece y comenzó a puntuar en un Mundial con tan sólo quince. Ricky Rubio logró integrarse en la ACB de basket con catorce. ¡Y la catalana Gisela Pulido fue campeona del mundo de kitesurf con tan sólo diez! ¿Cómo se llega a la élite cuando todavía se es un niño? ¿Es sano dedicar la infancia y la adolescencia al deporte?
Hay casos afortunados, claro, como el de Gemma Mengual, que sólo habla bondades de su paso por el deporte de élite. Pero también los hay mucho menos felices, como el de Arantxa Sánchez Vicario, que incluso ha publicado un libro para explicar cómo su carrera (y su peculiar relación con sus padres) le robó la juventud. El de Jennifer Capriati, que pasó de ser en 1990 la jugadora profesional más joven en disputar una final a coleccionar problemaslegales y personales (arrestada por robar en una tienda en diciembre de 1993 y de nuevo en mayo del año siguiente por posesión de marihuana). O el de la gimnasta rumana Nadia Comaneci, que paralizó al mundo con su actuación en los Juegos Olímpicos de Montreal’76, en los que alcanzó la perfección, para luego escapar del régimen comunista de Ceacescu. Todo aliñado con una adolescencia cargada de problemas deportivos puesto que a los 17 años acusó un teórico sobrepeso (eran sólo las curvas de la pubertad), enemigo principal de la gimnasia.
¿Es una suerte o un error triunfar tan pronto? Y, lo que es más inmediato, ¿cómo afecta el entrenamiento de élite al niño o al adolescente durante su crecimiento?
El doctor Ángel Villamor, director de la unidad de traumatología y recuperación avanzada del USP San José en Madrid, explica que eso depende del tipo de ejercicio que se practica. Los hay periféricos (son anaeróbicos) como el fútbol, la velocidad en atletismo…, lo que los hace poco recomendables para los más jóvenes o, en todo caso, implica que se hagan siempre con poca intensidad y con largos reposos entre entrenamientos. Pueden ser ejercicios de tipo central, que son aeróbicos, como la natación, bicicleta, esquí que resultan más recomendables para los niños en edad de crecer. Y por otro lado, pueden ser de golpeo, como el voleibol o el fútbol, lo que implica una mayor agresión a las fibras músculo-tendinosas y cartílagos de crecimiento. O de no golpeo (natación, ciclismo). ¿El deporte que más podemos trabajar en edades tempranas es el central y de no golpeo? En otras palabras, lo más indicado para los que todavía son niños son el ciclismo, la natación y la gimnasia (sin abusar del salto).
Esto explica que cuando Messi comenzó a despuntar a los trece años tuviera más que suficiente con entrenarse una hora y media cuatro veces por semana y que, en cambio, las deportistas de natación sincronizada que optan al oro en los próximos Juegos Olímpicos de Londres, con Andrea Fuentes y Ona Carbonell al frente del equipo, inviertan desde hace años un mínimo de siete horas diarias. A los catorce años Carbonell llegó al CAR. Desde entonces, su rutina diaria tiene muy poco que ver con la de cualquiera chica de esa edad. Los entrenamientos dirigidos por Anna Tarrés no son aburridos, pero sí exigentes. “Siempre son distintos, no hay día en que se repita, pero más o menos la idea es que nos levantamos a las 6.40 h de la mañana, a las 7 hacemos una hora de natación, seguimos con preparación física, pesas o ballet clásico (lo alternamos) y luego vamos al agua para entrenar específicamentesincronizada hasta las 14.30 horas. Comemos y las 16.30 h nos volvemos a tirar al agua y seguimos hasta las siete. Para acabar, de 19.15 a 20.15 h hacemos Pilates o flamenco (también lo alternamos)”. ¿Total? ¡Más de diez horas al día!
Igual transcurre la vida de la también deportista de élite María Vasco. La marchadora de 37 años asegura que vive para el atletismo, pero no ahora, sino casi desde que comenzó a los diez años. “Todo, incluido el descanso, que con la edad cada vez es más importante para que las lesiones te respeten, se hace pensando en el éxito”, explica esta deportista que ya hace 24 años que compite al máximo nivel. No tiene ni idea de las horas que invierte haciendo específicamente deporte ni desde cuando dedica las 24 horas exclusivamente a mejorar sus marcas, lo que sí sabe es que “todo esto se aguanta si estás motivado, si tienes claro tu objetivo, si sabes a dónde te diriges”. ¿Su meta? Volver a subir al podio en la que será su última gran cita: Londres. Por el camino ha habido “muchos momentos dulces, que son de los que te acuerdas, pero mucho dolor... como cuando murió mi padre. En lugar de respetar mi duelo, todo el mundo decía que estaba acabada, pero yo le prometí a mi padre una medalla y conseguí el bronce en Osaka”.
También es parecido el día a día de la nadadora de 17 años Marina García: “Empiezo a las 6.45 horas cuando me levanto, a las 7 h tengo el primer entrenamiento de agua hasta las 9.30 h para así poder desayunar y entrar al colegio a las 10 h. De 15 a 16.30 h hacemos el entrenamiento en seco en el gimnasio, que según el ciclo de trabajo en que nos encontremos, es más de fuerza máxima o de fuerza resistencia. Luego volvemos al agua otra vez para acabar el segundo entrenamiento sobre las siete”.
Eso es lo que sucede en la práctica, pero, teóricamente, ¿cuándo podemos dejar que un niño se entrene intensamente ante un reto deportivo? Según el especialista en medicina deportiva José María Torregrosa, “es indiscutible que los retos son necesarios para la educación de un niño. Un niño o deportista debe tener retos cada día. Estamos acostumbrados a ver estadísticas y cuadros con la edad aproximada en la cuál el niño deportista podría comenzar con un entrenamiento u otro, pero lo que desde hace muchos años se está tratando de estudiar y considerar es la edad biológica y no cronológica del deportista. Siempre encontramos en la historia éxitos que nos inquietan en este aspecto”. Es el caso, por ejemplo de Nadia Comaneci, que a los catorce años obtuvo el oro en las Olimpiadas de 1976 en gimnasia artística. De Allison Higson, que con sólo trece años rompió el récord del mundo de 100 metros braza en 1988, o de A. Yeu, que a los doce, en 1991, fue campeón del mundo de salto de trampolín. “Hoy en día sigue siendo una rama de muchos estudios e investigaciones, con el fin de comprender y conocer a estos talentos deportivos para así llevarlos al alto rendimiento a una edad más temprana. De todos modos, la metodología que más se utiliza hoy en día es la observación”, aclara este especialista en medicina deportiva, que considera que la motivación es lo más importante. Según el doctor Torregrosa, “esta debería surgir del niño y no del ambiente externo”. Para ello existen multitud de test fisiológicos y técnica que nos permitirán observar las capacidades de los niños y valorar si estamos ante futuros talentos.
Sea como sea, cuando un niño de 10-12 años se entrena a diario debe ser objeto de un seguimiento médico más apurado. Este especialista recuerda que “las federaciones territoriales lo requieren desde hace muchos años y tanto para deportistas de alto rendimiento como amateur. El seguimiento médico se debe llevar para que no haya ninguna anomalía y no haya consecuencias en el estado de salud. Además debemos tener en cuenta que un entrenamiento intensivo diario puede llevar al sobreentrenamiento, se han de realizar test diarios para observar posibles problemas: pulsaciones en reposo, variaciones en el R-R (ritmo respiratorio) inusuales, variaciones de peso, dificultades en el sueño, etcétera”.
Muchos padres ven cómo sus hijos van progresando en un deporte concreto. Y también cómo, al mismo tiempo, van aumentando las horas de entrenamiento. Cuando se llegan y superan las cinco horas diarias la pregunta que todos se hacen es si es o nocontraproducente. Pero esa, tal como explica Vladimir Hernández, psicólogo de USP San José, “es una pregunta muy abierta, ya que dependerá de la disciplina practicada. Una disciplina que se desarrolle primordialmente por medio del sistema central y sin golpeos, puede llevarse a cabo durante más de 4-5 horas al día. Eso explica que deportes como la gimnasia, natación, patinaje artístico, natación sincronizada... se comiencen a edades tempranas (14-18 años) con el alto rendimiento”.
Gervasio Deferr, que lleva tatuadas en sus tobillos las dos medallas olímpicas conseguidas en gimnasia deportiva, confirma esta teoría. Él comenzó a entrenarse medianamente en serio cuando sólo tenía cinco años. “Pero es que mis padres no tuvieron más remedio que llevarme a un gimnasio. ¡Comencé a andar con los pies y las manos casi al mismo tiempo! ¡Y con tres años hacía volteretas increíbles!... Creo que no había otro destino para mí”, explica.
Con este talento innato no es de extrañar que en lugar de comenzar a entrenarse con niños de su edad, a los cinco ya estuviera en el grupo de los de doce y que, en lugar de cuarenta minutos, dos o tres días a la semana, acudiera a diario para sumarse a entrenamientos más largos. “Nadie me hacía hacer más de lo que podía, simplemente es que en otros grupos me aburría soberanamente”, explica este atleta que ahora forma en su gimnasio de la Mina a nuevos deportistas siguiendo el mismo criterio que utilizaron con él: “Sentido común, esa es la fórmula. Cada niño debe hacer el entrenamiento adecuado según sus posibilidades y su forma de ser”.
No escapa a nadie que el deporte de alto nivel tiene sus pros, pero también sus contras. Suelen responder a la fragilidad de los ligamentos en el caso de la natación, a problemas de hiperlordosis en el de la gimnasia, de corazones hipertrofiados en el del remo, articulaciones tocadas en el del fútbol, descompensaciones en el del tenis… y se pueden encontrar efectos en todas y cada una de las disciplinas. “Cuando hablamos de alto rendimiento estamos anteponiendo a cualquier objetivo, como puede ser educativo o incluso la salud, el conseguir el máximo rendimiento y el éxito final. Si hablamos de un reto de alto rendimiento, tendremos que tener una gran base deportiva general (no sólo de la disciplina deportiva) y una evaluación fiable de que estamos ante un talento deportivo”, comenta Hernández.
Eso no significa que se le pueda exigir cualquier cosa a un niño. Todo aquello que pueda desembocar agotamiento o dolor, supondría un signo de sobreexigencia física. Además, es primordial tener en cuenta que la pérdida de motivación por parte del niño, no sería productiva para la mejora del rendimiento. Si el niño prefiere estar entrenándose que jugar con sus amigos o en casa jugando a la consola, los entrenamientos seguro que serán productivos. Así pues, la primera tarea de los padres y entrenadores es crear motivación y un mundo seguro y divertido.
¿Los límites físicos que no hay que sobrepasar? José Carlos Molinos, fisioterapeuta y licenciado en Ciencias del Deporte y la Salud, recuerda que “para niños de 10-12 años el trabajo de hipertrofia muscular podría dar problemas en el crecimiento y evolución natural. A estas edades, tampoco podemos trabajar con altos límites de acidosis y lactato, ya que son contraproducentes para el desarrollo. En deportes donde el sistema anaeróbico funciona al máximo y la acidosis es elevada, el número de días de descanso deberá ser de 3 a 4 días (1 o 2 días más que en adultos )”. Los niños con talento que con doce años ya se ven arrastrados al alto rendimiento deben disponer de mucho más tiempo de reposo entre series y de descanso entre días de entrenamiento. Hay que considerar, además, que los deportes de fuerza máxima y potencia pueden ser perjudiciales, por repercutir mecánicamente en tejidos en desarrollo o maduración. Y aquellas disciplinas con predominio anaeróbico deberán ser entrenadas con no excesivas repeticiones y mayor tiempo de descanso/reposo.
Esto hace, según Molinos, que “prácticamente todos los deportes pueden ser iniciados a partir de los doce años, a un nivel básico y general. Sin olvidar, en estos casos tampoco, un buen control por parte de los profesionales dedicados al niño. Para deportes totalmente aeróbicos, de bajas cargas y sin golpeo… además de deportes colectivos o entrenamiento en grupos, pueden llevarse rápidamente al alto rendimiento, con trabajos diarios de cinco o más horas y sin prácticamente días de reposo. Por poner un ejemplo, aunque no se lleve a cabo, un grupo de niños podría entrenar en bicicleta, 365 días al año, 4-5 horas al día. Siempre que las cargas de trabajo sean muy bajas”.
Pero más allá de lo físico, los niños precoces deben atender su formación, puesto que cuando se acaba el fútbol, la natación o lo que sea, deben vivir una “vida normal”. Cada vez es más frecuente que estos niños estudien a distancia. Desde la Fundación Marcet (una escuela de fútbol en cuyas instalaciones acuden, cada año, centenares de niños españoles y extranjeros que desean dar el salto al profesionalismo), apuntan que “el deporte es una de las industrias más pesadas en España gracias a los éxitos de la roja o del Barça, por ejemplo”.
Eso ha provocado una gran demanda de niños que desean entrenar en escuelas profesionales en España para dar el salto al profesionalismo pero que deben, sin embargo, compatibilizar su dedicación con la enseñanza primaria o secundaria. Las estructuras educativas se han ido adaptando a este cambio, los niños deportistas que llegan al mundo profesional tienen muchas opciones para seguir con sus estudios. Internet ha hecho posible estudiar de manera deslocalizada. Según los especialistas, han quedado desfasados los tiempos en que “el niño era un superdotado en la práctica de un deporte al mismo tiempo que se convertía en un analfabeto o estudiante con graves carencias en lo académico”.
Nadadores, gimnastas y futbolistas han sido los más precoces en esta nueva fórmula que permite estudiar sin dejar de entrenar. Pero poco a poco el fenómeno se ha extendido a otras disciplinas, como el motociclismo, el tenis, etcétera. De eso, además de los momentos desoledad que implican sobre todo deportes individuales como el tenis, se queja precisamente Conchita Martínez. La extenista, directora del torneo de Marbella y entrenadora ocasional de jugadoras, cree que “afortunadamente en el mundo del tenis esto está cambiando. Nosotras no lo vivimos, pero cada vez se da más la posibilidad de estudiar a distancia gracias a las ventajas de internet”, explica. Curiosamente, ahora son los padres quienes más cambian su forma de vida, algunos de ellos abandonan sus trabajos o cambian de ciudad y de país para poder convivir con sus hijos ya que son ellos quienes pueden generar mayores oportunidades en lo profesional.
Desde la Fundación Marcet recuerdan que está bien imponerse retos y ayudar a los hijos, pero tampoco hay que animar ciertas conductas: “Algunos niños desean triunfar en un tiempo récord y esa actitud no es buena. Es importante detectar estas situaciones y corregirlas a tiempo y jamás enriquecerlas”. Las horas y (¿torturas?) que pasan durante los entrenamientos los chicos jóvenes para llegar a la élite están justificadas si esos entrenamientos coinciden con las actividades principales de los niños y jóvenes según sus edades. El psicólogo de USP San José Vladimir Hernández considera que “en la etapa escolar el estudio y las relaciones sociales son la actividad principal para la construcción de la personalidad”. Por ello, “cuando una actividad como el entrenamiento ocupa mucho tiempo, los niños y jóvenes se pierden la interacción con sus coetáneos, sus similares, sus padres y entonces pueden aparecer con el tiempo problemas de relaciones y una falta de construcción positiva de la personalidad”.
Hernández advierte que “esto puede suponer algunas disfunciones en la convivencia y en el papel que desempeña el individuo en la sociedad. Y puede además traer complicaciones en la forma de entender los fenómenos, en la comprensión del entorno y crear un problema deautovaloración por exceso”. Sin embargo, este psicólogo también recuerda que cuando los entrenamientos están bien orientados y no afectan las relaciones sociales y los derechos y obligaciones de los niños y adolescentes, “suponen un complemento para ayudar a crear valores como el compañerismo, la tolerancia a las frustraciones, la competencia sana. Pero subrayemos que hablamos siempre de un complemento, nunca de una alternativa”.