2012/03/31

"El Jardín japonés" Günter Nitschke

"Creo que estas dos formas de percibir la belleza, como una casualidad natural o como una forma perfeccionada por el hombre, no son alternativas que se excluyen mutuamente. Al contrario, el cultivo simultáneo y la superposición consciente de ambas es lo que mejor caracteriza la estética japonesa.  Esta superposición constante de lo metódicamente racional y lo casual, del ángulo recto y la forma natural, se puede ver en todas las facetas del diseño japonés: en los nichos de adorno (tokonoma) de las salas de té con una caligrafía dentro, en los marcos rectangulares de una tradicional pared de papel que impone su sello a la imagen de un grupo de rocas naturales, o en un decorado escénico cuyo contenido -un león saltando entre el bambú- se incluye dentro de un ritmo impuesto por la cuadrícula de los bastidores corredizos. En el arte japonés se intensifica el efecto de ambos principios normativos -aquí lo que crece de forma natural (lo informe), allí lo ortogonal y racional-  como las formas opuestas de la figura china del Yin y el Yang. Ninguno de los dos principios tendría tanto efecto si sólo respondiera a sí mismo. Sin el contraste de un marco visual ortogonal o un fondo reticulado, algunos fragmentos de rocas, por mucho cuidado que se hubiera puesto en su elección, difícilmente podrían reconocerse como un jardín. Por eso el jardín en Japón no se puede estudiar al margen de la arquitectura. 


El contraste con el orden casual de la naturaleza refuerza el orden racional del ángulo recto y viceversa. La búsqueda de una unidad perfecta de esta antítesis, la búsqueda de una especie de unión mística estética, es para mí el motivo permanente en la percepción japonesa de la belleza. Como una constante que llega hasta el día de hoy marcando todas las grandes obras de arte japonés".